Entendemos porqué era un hombre de nariz.
El olfato le guiaba siempre, desde su nacimiento – perdió el oído de muy pequeño – y hasta su último suspiro.
Desde la Fundación Ernesto Ventós queremos continuar con el legado que nos dejó nuestro fundador: enseñar a oler y darle la importancia que se merece al sentido olfativo.